El 8 de octubre del 2016, el femicidio de Lucía Pérez conmovió a toda la sociedad, y en repudio al crimen se realizó el primer paro de Mujeres, bajo la consigna “NI UNA MENOS”.

Esta semana, quedaron impunes quienes mataron y violaron a Lucía. Desde entonces todos los portales de noticia y las redes sociales de mis conocidos se llenaron de indignación, como el reflejo de lo que sentimos nosotras. El fallo fue vergonzoso y los responsables de la muerte de Lucía quedaron absueltos del femicidio.

Estoy por acostarme, es la 01.03 de la mañana, estoy con el celular en la mano mirando las redes sociales y no publico nada, aunque seguro absorbo un poco de indignación que se expone, pero me voy a dormir. Aunque no por mucho tiempo.

A las 04.33, me desperté con el corazón a mil por hora, y me siento muy angustiada.

Estaba teniendo una pesadilla en la que sentí mucho miedo, mucha impotencia, y por eso ahora estoy muy angustiada.

Es que la bronca, el enojo, el miedo, que nos recorre día a día, hace también que en nuestros sueños se cuelen de vez en cuando esos sentimientos, y que de repente nos encontremos llorando angustiadas, por un mal sueño.

Mientras pienso en eso, lo siento y lo siento tanto, como siempre, ya es algo habitual con el que solemos lidiar muchas. Sin embargo, no es solo el sentimiento, esta vez estoy llorando. Como nunca, eso que no suelo tener el llanto fácil, pero hoy prefiero llorar, mientras intento encontrar alguna diferencia.

Me desperté, y sigo llorando. Estaba con mis amigues y mis compañeres éramos siete mujeres y dos hombres, habíamos terminado de cursar, y había sido el último día del ciclo lectivo para nosotres. Estábamos camino a algún sitio para distender el estrés que te genera el fin del cursado; cuando pasamos por un lugar que estaba siendo bastante asistido, y como la noche todavía no caía, decidimos quedarnos. El espacio era al aire libre, estaba cercado y parecía un camping, nada más que sin carpas, y sin fogones ni autos. Recuerdo también que había árboles, mucha gente, buena música, y por sobre todo, buena onda.

Por un momento nos alejamos del montón, y nos encontramos con cuatro pibas, dos de ellas le gritaban a su amiga (desde la orilla de lo que parece un bosque en bajada) que no se meta, que no vaya. Mientras que las otras dos le tiraban piedras a un viejo que iba silbando. Miré la situación y me acerqué porque quería saber que era lo que estaba pasando.

Me puse al lado de las pibas, y les pregunté, una de ellas se dio vuelta y rápido, y como le salió en ese momento, me dijo: «ese viejo es un violador».

Miré al señor que me señalan y era un hombre mayor, de unos 60 años, iba vestido con un mameluco color beige, y caminaba mientras silbaba, como si estuviera simulando distracción, aunque lo noté muy curioso con la situación de la piba que quería ir a buscar a no sé quién dentro del bosque.

Yo por mi parte, sin dudarlo me prendí con las dos que tiraban piedras, que ya eran tres, porque mi amiga se había sumado.

Pero no conseguíamos distraerlo al viejo y aunque a él le habremos dado tres o cuatro veces con las piedras. Pero en vano, la piba se metió en el bosque y el viejo iba detrás de ella.

En eso nos acercamos rápido a las otras dos pibas, y en mi inocencia ante la situación, les dije, «chicas, entremos, le va a pasar algo».

Ellas dudaron, pensaron, hasta que una me respondió: “Es que pasan cosas re feas ahí adentro»-«Mierda» pensé en voz alta al ver su preocupación y su cara al decírmelo.

La situación ameritaba que hiciéramos algo, sabíamos que la única posibilidad viable en ese momento era entrar. Mientras intentábamos resolverlo, se empezaron a acercar personas con intenciones de saber que sucedía. Y empezamos a contar con mucha brevedad que lo que estaba pasando por que necesitábamos sumar más aliades.

“Que hacemos?” nos preguntábamos. “Carajo, ¡vamos y quememos todo!” es lo que queríamos hacer.

Una de las chicas nos bajó a la realidad. “Pero es peligroso, chiques, ¡posta!” No teníamos tiempo de pensar una respuesta cuando escuchamos un grito.

Fue lo que faltaba para terminar de quitarnos la indecisión, íbamos a entrar, éramos alrededor de veinte los que estábamos decididos a ir y hacer algo.

Y sin pensarlo, entramos todos corriendo y gritando. Hasta que en un momento creímos que estábamos cerca. Paramos e intentamos orientarnos, ¿por dónde venía el grito?

Otro grito, esta vez mas fuerte, o más cerca. Lo seguimos.

Hasta que encontramos una construcción. Parecía vieja, y estaba destruida. Aún sin terminar.

Nos mandamos, tenía que ser por ahí.

Cuando entramos, había un par de parejas teniendo relaciones sexuales, o al menos eso parecía, El lugar era muy grande y nosotres entramos a buscar a la piba que debía estar en problemas, el viejo de mameluco beige le podía estar haciendo algo y teníamos que encontrarla.

Nos dividimos, y acordamos medio en secreto que, si alguien la veía gritaba bien fuerte, total estábamos todos ahí por una sola cosa.

Yo me metí en un pasillo en donde había más situaciones de parejas teniendo relaciones sexuales, pero no me importaba en si la situación, yo observaba por encima si a alguno de los que estaba ahí iba vestido color beige.

Mierda, 5 parejas habían pasado y nada. Me quedo sin pasillo así que vuelvo.

El panorama había cambiado radicalmente, y todo era rarísimo.

De repente eso era una batalla campal. Había muertos por toda parte y yo veía mucha sangre, eran todas pibas, y uno o dos varones.

Carajo, caía en la cuenta de que quienes estaban teniendo las relaciones sexuales eran hombres sobre cadáveres, o peor, estaban violando a todas esas mujeres.

Me puse a buscar a algún rostro conocido, las pibas con las que había corrido estaban forcejeando con otros chabones.

Pensaba, en ese momento, a quién defender o a quién acercarme para salir de ahí. Las pibas estaban en situaciones muy graves, pero en ellas podía confiar. En todas, pero de los chabones ¿quiénes venían con nosotras? No lograba acordarme mucho de ellos.

Reconocí a un par. La cabeza me daba vueltas y yo estaba inmóvil, no sabía qué hacer.

Todes estaban peleando. El escenario era un matar o morir.

Se me acercó uno y me quería hacer algo, yo tenía miedo, tanto que estaba a punto de despertarme. Caigo de que esto no es real

Entre dormida, le dije: “Raja de acá pajero!!” y me puse a pensar en lo que sucedía. Yo sabía lo que pasaba. Lo había leído muchas veces, y me lo habían contado otras tantas también, pero lo que estaba pasando, lo estaba viendo, y tenía mucho miedo.

El que me venía a atacar, a quien insulte para que se alejara de mí, obvio que no me dejó. El tipo se me tiró encima y yo me caí. Miré a mi mano derecha y vi un vidrio, pero no llegaba a agarrarlo, y el tipo forcejeaba, yo estiraba mi mano lo que más podía, hasta que con las puntas de los dedos, conseguí arrastrarlo, hasta que lo tuve y se lo clavé en la cara, me lo saqué de encima y salí corriendo.

Mientras corría me choque con una especie de ser mutante retrasado con tres manos, que me agarró para matarme. El estaba lleno de sangre y tenía en su pecho una tercera mano. Por lo que alcance a ver hace un rato, con esa mano le sacabalos intestinos a las personas. Y en ese momento me tenía a mí en frente, y yo no daba más del miedo.

Para variar el chabón al que le había clavado el vidrio estaba enojadísimo y venia atrás mío, decidido a matarme. Me encontró, así que saque fuerza no sé de dónde y empujé al mutante sobre el de la cara cortada. Con impulso que le di, lo agarró en el primer intento y lo abrió completo.

Yo quería seguir corriendo. Pero sentía de algún modo que me teníaque quedar.

La piba a la que había alentado a venir estaba ahí en un conteiner, tirada, no la logré distinguir bien porque tenía la cara ensangrentada, pero me di cuenta que era ella, y estaba viva, forcejeando. Abajo tenía dos cadáveres, arriba el chabón que la quería matar, para después seguro violarla como estaba haciendo con los otros cadáveres cuando entramos. Un compañero de atrás se lo intentaba sacar de encima, pero parecía no poder, incluso entre los dos, no podían.

Yo en un momento de lucidez pensé “Mierda, mi amiga”, y me revolucioné, “Yo vine con mi amiga, ¡¡donde esta!!”

Empecé a correr, y a mirar a todos lado, tenía miedo, y mi amiga no sabía dónde estaba.

Cuando creí que pudo haberse ido salí, y empecé a buscarla por afuera, mientras corría, y gritaba su nombre, pero sin dejar de correr. No recuerdo cuanto fue lo que corrí, pero me reencontré con mis amigas y les empecé a contar lo que estaba pasando.

Entre tanto barullo, escuchamos sirenas, era la policía que llegaba tarde, obvio.Venían a barrer a la gente que todavía seguía de joda, porque ya era de día. ¡Más adentro del bosque, donde realmente estaba el problema, no se iban a meter! No, nunca, ni en sueños, mucho menos en una pesadilla.

En ese instante se nos acercó una compañera queme vio medio eufóricas, y nos dijo para calmarnos: “tranqui chicas, si no están haciendo nada malo, hagan tranqui. Solo están deshabilitando”.

Yo no estaba tranquila, no podía, no había visto a mi amiga.

Nos estábamos por ir cuando se nos acercan un par de pibas y pibes, a los que reconocí, habían entrado conmigo al bosque. Llevaban algo que sostenía tres cadáveres y uno se dirigió a mi, diciendo “Danos una mano porfa y levántate esa bandera, hay que llevarlas»

Asumí que las pibas estaban muertas. Y no me pude negar, tampoco quería hacerlo.

La bandera que me dieron era más bien una lanza, la punta estaba algo afilada, y tenía forma de triángulo, era de color verde. Eso no era una bandera, era un arma

Caminamos unos metros por ese descampado mientras veíamos que la gente desalojaba, algunos corrían, otros caminaban. Hasta que llegamos a la calle y nos incorporamos a caminar con los demás que venían sobre el pavimento. Eso era lo más parecido a un funeral.

Caminábamos, tranquilos mientras avanzamos. Pero la tranquilidad no iba a durar tanto.

Un viejo pelado, con bigote, que estaba en una bicicleta al costado de la calle, nos empieza a insultar por las pibas a las que llevábamos. Nos decía que ese no era el lugar para andar trayendo eso así. Igual a esos que se enojan cuando ven una pared escrachada y hablan de vandalismo, pero no piensan en el nombre está escrito en esa pared, así, igual.

Y yo en mi carácter, no me contuve, le dije, “y si, viejo payaso, están muerta porqué las mataron, ¿qué pretendes? ¿Que las dejemos tiradas?”

A lo que el viejo respondió: «a esas pibas seguro, las violaron por que quisieron y después las mataron».

Mi sangre comenzó a hervir y sentí el impulso de querer clavarle la lanza, cuando vi que a unos cinco metros de él había un chabón abriéndole la cabeza a una piba con un cuchillo. Y la pesadilla empezaba de nuevo, no estábamos solos.

Parece que en las calles estaban los enfermos del descampado, y estaban matando. Le dije al viejo pelado de bigote que tenía en frente, «¿ella igual pidió que la viole? mira viejo ridículo».

Pero antes que el viejo, el que me miró fue el del cuchillo que ahora venia hacia mí, y con muchos ánimos de clavarme el cuchillo.

Todes, de nuevo se dispersan, todo era violencia. Veía sangre por todos lados.

Pero esta vez tenía una lanza, y la iba a usar. No sabía ni como, pero lo iba a hacer, de hecho cuando lo vi venir, lo apunté con mi arma. A él no parecía importarle nada, y menos al viejo facho que ignoraba completamente la situación desde muy cerca.

Se empezaba a acercar y yo tenía miedo, así que le metí un palo con la lanza para demostrarle que no era joda lo que decía, aunque el miedo que tenia se podía ver, estaba plasmado en todo mi cuerpo, y era indisimulable.

Mientras analizaba como salvarme de esa, pensaba “Si no me mata este, va ser este otro”. ¡Estaban matándonos por todas partes!

Y en mi distracción, el del cuchillo me aventaja y se me viene encima. Y yo me defendí como pude, pero me ganaba en fuerza. En eso apareció el ser mutante retrasado corriendo, como si hubiera experimentado el miedo que yo sentía en ese momento, y se le tiró encima al sujeto que ya estaba a punto de matarme.

¿No resulta raro que en mi pesadilla exista un ser mutante sediento de sangre humana y que mata a quienes no quieren hacer daño? Fue el indicio para que me pudiera despertar, en la vida real, no nos salva nadie.

Tenía el corazón a mil por horas, y no podía seguir durmiendo, ya no me quería volver a sentir muriendo. Abrí los ojos y salí de mi pesadilla.

Ahora ya son las 05.06 y sigo llorando, no creo que vuelva a dormir. Ya pasó algo así como una hora desde que estoy despierta y el corazón me palpita fuerte.

Pienso en Lucia. Creo que la vi morir en mi pesadilla. En esa de la que yo me desperté, a ella en cambio, hace un par de días, en la vida real la mataron por segunda vez

Sigo angustiada, ¿Posta me desperté?

Quiero creer que sí, pero no lo sé.

No diferencio muy bien la intención de la piba que en la pesadilla decía «no nos metamos en el bosque porque es peligros», al «no salgas muy tarde que te puede pasar algo» que escuchamos a diario.

Sigo angustiada y sé que me desperté, porque sigo llorando.

Quiero saber cuál es la diferencia entre las pibas a las que llevábamos muertas y asesinadas por la calle en mis sueños, con las que matan una y otra vez todos los días, en cualquier lado.

Cuál es la diferencia entre la piba a la que le abren la cabeza con un cuchillo en mi sueño, con lo que le pasó en la calle a Wanda, a quien encontraron semidesnuda con un golpe en la cabeza.

Cuál es la diferencia entre el viejo pelado de mi pesadilla que se para a juzgar lo que hacemos, pero que no hace nada, con el de la justicia que mira y no ve.

Cuál es la diferencia entre la piba que me dijo “Ese viejo es un violador” en mis sueños y tiraba piedras para evitar que a su compañera le pasara algo, con las ganas de luchar y de defender derechos que tenía Micaela García.

Cuál es la diferencia de las pibas que se mueren y que no sabemos nada de ellas, con lo que fue de Ornella Dottori, Xiomara Naomi Mendez, Leila Sibara, Anahí Benítez y una lista interminable.

Yo sigo llorando, intentando saber cuál es la diferencia. Y me respondo, la diferencia es que nosotras acá, en cambio, no tenemos tanto miedo. O sí, pero ya no de ellos.

Es que no recuerdo bien en qué momento el miedo pasó a convertirse en un motor, y asumo que fue cuando nos dimos cuenta, que debíamos hacer algo con todo ese miedo que teníamos incorporado como piel en nuestras vidas y en nuestros cuerpos, desde hace mucho, o desde siempre. Asumo que fue un buen día que decidimos que ya no se podía vivir más así, y comenzamos a transformar ese miedo en nuestro motor de lucha, y sì, un poco ya estamos acostumbradas a vivir con miedo. En cambio, ellos no, no lo conocen, y por eso nos matan. El miedo puede hacer cosas terribles, nosotras lo sabemos.

Y me pregunto a mí, para mis adentros, solo para calmar mi llanto, si estuvieras en ese lugar ¿Qué haría? Y No voy a decir lo que me atrevería a hacer, pero me consuela pensarlo, y si, ya lloré mucho, y en este preciso momento, acá y ahora estoy sola. Y vuelvo a pensar, y sé también que muchas lloraron, y dejo de sentirme sola.

Todas de algún modo somos Lucía, Wanda, Lola, Melina, Paola, Micaela, Leila, Sheila, Anahí, Ornella, Karina, Xiomara, Eli, Rosalía, Daniela, y muchas otras más. Entonces, el miedo es esa diferencia que entiendo ahora, entiendo quizá no está tan mal. Después de todo, todas lo sentimos más de una vez. Pero ahora tengo a un montón de hermanas que me sostienen el alma para no dejarme vencer, para entender que la lucha no se deja. Y que los bajones, no pueden ni van a sabotear nuestra lucha.

La absolución por el crimen a Lucia, un poco lo que generó fue eso. ¿Pero crees que lo vamos a dejar así? Pensalo.

Texto e imagen: Romina Morton