Otro 24 de marzo. Son las 16, comienza la marcha. Camino en medio de una inmensa multitud que vive la empatía del dolor ajeno, una multitud que siente el grito de la lágrima de aquel extraño al propio. Córdoba está cargada de emoción. Eso pasa a mi alrededor.

Veo rostros, diversos, jóvenes y viejos; sonrientes y rotos. Observo mi entorno, la movilización suena, grita, y lucha por una justicia que hace años es deseada y exigida.

43 años del golpe cívico militar argentino. 43 años de aquella primera explosión que nos marcó de por vida como nación. 43 años desde que la herida se abrió, y hasta el día de hoy sangra en los corazones de quienes sobrevivieron, oyeron, aprendieron, y de quienes desaparecieron. 43 años sin creer en el olvido, porque estoy en lo certero cuando afirmo que este sufrir es imposible de opacar, por más que sea eterno el pasar del tiempo.

La memoria continúa en nuestra historia, en nuestra gente, en nuestro sentir, en nuestro latir. La memoria de ellos, quienes lo vivenciaron, se ha convertido en nuestro propio recuerdo. La memoria del pueblo de aquella época, es hoy revivida en carne propia.

Hoy, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia, juntes sonreímos con dolor, marchamos con emoción, cantamos con alegría, silenciamos sin temor y exigimos, más que siempre, justicia por quienes no están. Y fuertemente, creemos en aquella promesa que el pueblo se hizo a sí mismo, y reafirmamos Nunca Más vivir en los brazos de una dictadura, como la que inició un día como hoy pero de 1976, en nuestro querido territorio nacional.

Por: Nadia Frontalini

Imagen: Micaela Conti