En la víspera de la multitudinaria marcha que nos volverá a reunir bajo la consigna “Ni Una Menos”, es importante repetir y recordar cuáles son las razones por las que consideramos necesario estar allí presentes, una vez más, alzando nuestras voces en contra de la violencia de género que se ejerce día a día contra amplios sectores de nuestra sociedad, violencia que es explícita e implícita y que cuenta con la complicidad de la justicia y de los medios masivos de comunicación.

Esta semana visitó nuestra ciudad la reconocida antropóloga feminista Rita Segato, quien lleva más de veinte años investigando acerca de la violencia de género, sus orígenes y controversias. Su dedicación y especialización en el tema la posiciona como una voz legítima que nos permite reflexionar, de cara al #NiUnaMenos y desde múltiples perspectivas, la situación que se vive actualmente en nuestro país en donde se conjuga un alarmante incremento de casos de femicidio con la complicidad de los medios hegemónicos de comunicación masiva y el pésimo accionar de la justicia.

En su paso por la UNC, la experta en cuestión de género estuvo conferenciando con la comunidad de estudiantes acerca de todo lo que se pone en juego en la mentalidad de un violador cuando el mismo lleva a cabo su acto de violencia o de violación. En ese momento, afirma la autora, lo que hace el sujeto es “moralizar y disciplinar” a la víctima.

Los perjudicados suelen ser, en la mayoría de los casos, “las mujeres que con tranquilidad deambulan su femineidad por las calles, los homosexuales que no esconden su sexualidad”. Ocurre que, a los ojos de un gran número de ciudadanos, el violador es un “moralizador” ya que lo único que hace es instaurar el orden, todo eso que está prefigurado como “normal” en una sociedad patriarcal. En este sentido, Segato afirma que tenemos una idea “positiva” de la modernidad, una idea de “evolución y progreso”, cuando en realidad, hoy en día, resulta mucho más traumático para muchas mujeres desplazarse de un lugar a otro en el espacio público en comparación a décadas pasadas. La investigadora, si bien no lo desecha, se aleja de la idea de “crimen pasional” y prefiere la noción de “crímenes de poder”, esta noción permite extender el fenómeno de la violencia a los medios de comunicación hegemónicos que, en la mayoría de sus coberturas de casos de femicidios, hacen recaer la culpa sobre la víctima.

Para la antropóloga, el término “género” hace referencia a una categoría analítica que permite pensar las diversas orientaciones sexuales que existen en la sociedad, pero este significado se tergiversa y deja de ser una mera categoría para ser una “ideología”.

Estas reflexiones previas deben servirnos para pensar la marcha de mañana como un campo de disputa por el sentido de nuestras expresiones, porque, justamente, la violencia de género se manifiesta también en el lenguaje. Debe servirnos para no bajar los brazos e ir a la búsqueda de una educación que aliente este tipo de discusiones y sensibilice en torno a la diversidad de orientaciones sexuales.

Marchamos mañana alzando las banderas de las que ya no están, de las que murieron víctimas de femicidio y por culpa de una justicia a la que no le fue conveniente estar presente en el momento justo, en el lugar indicado. Marchamos mañana para exigir justicia y para demostrar que seguimos adelante.

Por Sofía Andrea Krämer