El Encuentro Nacional de Mujeres se realiza en Argentina desde hace 31 años, de distintos lugares del país e incluso de otras partes del mundo, miles de mujeres llegan con ilusión y diferentes motivos para compartir estos días. En esta ocasión Rosario fue el punto de unión, y en el Monumento de la Bandera el sábado 8 de octubre miles de mujeres recordaron que estaban allí luchando por todas las veces que no se las ha estado escuchando.

Algunas vienen buscando herramientas para seguir construyendo y replanteando nuestros roles, para reclamar por que se visibilicen las cuestiones de género que desaparecen de todas las agendas. Otras vienen a contar como sus derechos son vulnerados, como intentan silenciarnos sistemáticamente como si fuéramos dementes. Vienen mujeres a compartir el trabajo que desde el anonimato implementan, para curar las heridas que el Estado no está escuchando. Están las que llegan para reconocerse en historias ajenas, a sanar con abrazos tantas penas. Es un encuentro importante, alrededor de 100 mil mujeres están planteando que algo nos está pasando, que hay una matriz machista que nos está matando.

Y aunque no se cuente, nos unimos a discutir en 70 talleres por aquellas cosas que día a día nos atraviesan a cada una, mezclando las voces para que se unan. Planteando soluciones, acciones y razones por las que Estado debe empezar a oír y hacerse responsable de nuestros reclamos. Y es ahí donde la mística del encuentro se hace fuerte, donde todas nos animamos a soltar lágrimas, como si estuviéramos liberando miedos incubados durante años en las almas. Es entonces cuando empezamos a desatar esos nudos que se traban en el pecho, a exigir que se cumplan leyes y derechos. Es ahí que reafirmamos, que vamos a seguir luchando por desnaturalizar tantos mandatos patriarcales establecidos en nuestra sociedad, que durante décadas nos han detenido.

La Marcha

Domingo 9 de octubre y la tarde soleada de Rosario pinta en la cara de cada mujer una sonrisa como escenario. Las intervenciones culturales desbordan todas las plazas, aplausos, risas y algunas lágrimas afirman con un gracias que el arte comprometido trae esperanza. En medio de abrazos emotivos se pueden ver los preparativos, la creatividad firme como estandarte haciendo de cada cuerpo un símbolo de aguante. Las chicas comienzan a marcar el ritmo y cerca de 100 mil caderas a reclamar con libertad, moviéndonos al compás de un tambor, vamos contando todo aquello que se nos está negando.

¿Cómo te explico lo que se siente? Cantamos, para olvidarnos que el dolor nos atraviesa. Bailamos para contarte que aunque a veces la vida tiene grises encontramos formas para superar esos matices. Nos miramos a los ojos conscientes de que no somos suficientes, pero que muchas que hoy no están nos necesitan y debemos caminar con más fuerza repiqueteando en cada paso para que se escuche y no bajen los brazos.

Y si nos chocamos con ordenes establecidas por instituciones que históricamente quieren invisibilizarnos, si hay policías parados al frente a miles de mujeres, portando su orgullo machista. Si tengo que correr y refugiarme en el piso para que tu bala no calle esta lucha (que es por muchas), estás reafirmando mi reclamo. Estas respondiendo que querés borrarme una vez más con las armas en tus manos. Y por más que un pequeño grupo de menos de 100 personas responda a tu provocación, no hay motivos señor de agitar tus balas al aire una cuadra antes de finalizar la marcha y consagrar nuestras propuestas. Porque tu orquesta siempre es la misma, reprimir a quienes te piden que cumplas con tu trabajo, que tengas presupuesto para nuestras leyes y no terminen en los cajones de abajo. Y si disparan a los periodistas, con más certeza te digo que tus amenazas no podrán conmigo. Que agarro las manos de mis compañeras y sigo luchando por el reconocimiento de los derechos elementales y básicos que estoy reclamando.

Y aunque con balas y desencuentros quisiste recordar nuestro encuentro, tenemos mucho más para decirte. El año que viene, aunque te niegues a escucharnos, en Chaco volveremos a decirte que nos desaparecen, nos matan, nos violan, nos acosan, nos niegan declaraciones, nos separan de nuestra sociedad y de nuestras familias, nos estigmatizan y nos dan un presupuesto que da risa, que es tan injusto como hablar leyes que parecen que no existen, que ya basta de tomarse la violencia de género como un chiste. Lograste que la marcha se disperse, lograste que las ideas de 100 mil mujeres se refuercen.

Micaela Maidana.

Fuente Foto: Facebook Teté Malagoli