Ayer miles de personas se reunieron en distintas plazas del país, para realizar un “Pañuelazo por el Aborto Legal” en el marco de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Dicha acción, es una medida previa ante la séptima presentación del proyecto de Ley de Interrupción voluntaria del Embarazo en el Congreso de la Nación.

La insignia verde que acompaña a la campaña fue una vez más testigo de una lucha colectiva. Es que a lo largo y a lo ancho del país, este pañuelo aglutina el anhelo de libertad que dentro del cuerpo de cada una pide romper las barreras que la sociedad nos sigue imponiendo. Se ha convertido en un símbolo de identidad que permite reconocernos y encontrarnos en nuestros dolores, como también tomar fuerzas para afrontar juntas la construcción de un futuro mejor: donde el Estado sea responsable y justo.

Un reclamo histórico

El primer proyecto de aborto legal ingresó al Palacio Legislativo allá por el año 1937. Sin embargo la “Campaña Nacional por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito” tiene sus orígenes en el XVIII Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Rosario en el año 2003 y en el XIX ENM desarrollado en Mendoza en el 2004. Fue lanzada el 28 de mayo de 2005, Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, siguiendo la consigna “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.

Desde entonces el proyecto se presento en la Cámara de Diputados de la Nación en reiteradas oportunidades. La última vez fue el 30 de junio de 2016 y perdió estado parlamentario a fines del año pasado. En los próximos días, el reclamo volverá al Congreso de la Nación exigiendo un tratamiento responsable y comprometido por parte del Estado. Plasmando la necesidad de legalizar y despenalizar el aborto como una cuestión de salud pública, de justicia social y de derechos humanos de las mujeres.

El movimiento que impulsa esta Campaña consta que “En Argentina se calcula que alrededor de 500 mil mujeres recurren cada año al aborto clandestino, mostrando cómo la penalización no impide su práctica, sino que la hace peligrosa por la falta de recursos económicos de muchas mujeres. El aborto es parte de la cotidianidad de medio millón de mujeres que año a año desoyen mandatos sobre sus cuerpos y sus vidas, trayendo al escenario público un tema crucial: la maternidad debe ser voluntaria, deseada, proyectada.”

En 2016, según cifras del Ministerio de Salud de la Nación, murieron 245 mujeres por causas “maternas”: 43 por embarazos terminados en abortos, el resto, por enfermedades de base que se profundizaron con el embarazo o que provocó el propio embarazo.

Es hora de separar cierta conciencia y valoración religiosa y de hacernos cargo de lo que pasa. Tendrá que desmoronarse aquella doble moral que quienes están en el poder intentan mantener, mientras las ricas abortan en las clínicas privadas y las pobres mueren.

Es urgente que el Estado sea coherente con la realidad que convive y sea total garante de una educación íntegra para sus ciudadanos y ciudadanas, como así también de un digno acceso a la salud pública.

Es momento de nombrar la práctica del aborto, de conocerlo, de estudiarlo, de eliminar los tabúes en los hogares, en las aulas y en los dispositivos mediáticos para garantizar la plena libertad de todos y todas, para crecer pudiendo elegir y decidir sobre nuestros cuerpos.

«(…) De frente a la historia, nuestra situación es bastante singular: en una sociedad moderna como la nuestra, somos seres humanos a quienes se les prohíbe disponer de sus cuerpos. Una situación que en el pasado sólo los esclavos han conocido». Simone de Beauvoir

Por Micaela Maidana